El consumo de vegetales crudos está cada vez más en boga. La popularidad de las ensaladas y de otras verduras crudas se ha disparado en los últimos años debido a la mayor concienciación de la población respecto a sus beneficios para la salud. Y aunque consumir vegetales crudos es claramente beneficioso, también existe el riesgo de que éstos acaben contaminados por peligrosos patógenos. De hecho, el año pasado fallecieron 50 personas tras comer brotes de soja crudos procedentes de una granja ecológica alemana y contaminados con la bacteria E.coli. Nunca ha sido más necesario desinfectar nuestros alimentos de forma efectiva, segura y eficiente.
Existen tres métodos principales de desinfección: el uso de ozono, de dióxido de cloro o de desinfectantes con una base de cloro (que también se encuentran en el agua potable). Todos los métodos se basan en la capacidad de oxidación de los respectivos desinfectantes. La oxidación es el proceso de eliminación de electrones de una sustancia. Este proceso altera las propiedades químicas y, por lo tanto, mata a los patógenos. Cuando se utiliza cualquiera de estos métodos, es esencial regular y controlar el proceso para que éste sea seguro y el cliente pueda estar satisfecho. Los dispositivos OzoSense (para el uso de ozono), DioSense (dióxido de cloro) y HaloSense (cloro) de Pi ofrecen una solución efectiva y confiable para controlar y regular estos químicos potencialmente peligrosos.
La desinfección con cloro es el método empleado tradicionalmente para convertir el agua y los alimentos crudos en sustancias aptas para su consumo. El hipoclorito (CIO–) suele añadirse al agua en bajas cantidades, reaccionando y generando ácido hipocloroso (HCIO). El resultado es un potente desinfectante y la sustancia más frecuente en el ámbito de la destrucción de microorganismos. El CIO y el HCIO existen en el agua en diversas concentraciones que dependen del pH o acidez, lo que dificulta la regulación de la concentración del cloro libre (CIO + HCIO) en el agua, y a menudo conduce a la aplicación de dosis más altas, amarronando los alimentos con hojas y arruinando su sabor. Por otra parte, el público se muestra cada vez más reticente al uso de la cloración. Por ello, Pi ha desarrollado una serie de métodos que permiten una medición exacta y precisa, así como un control de los niveles de cloro libres prácticamente independiente del pH.
Los niveles de cloro libre pueden controlarse de dos maneras distintas: utilizando el ORP o la concentración (PPM), que casi no depende del pH. El ORP mide el potencial de oxidación del agua. Se trata de un método barato pero que puede arrojar resultados poco confiables si el pH es anormal u otros oxidantes están presentes. El PPM detecta el cloro libre directamente, ofreciendo un resultado mucho más confiable a un precio ligeramente mayor. Pi ofrece sistemas que emplean una de estas tecnologías o ambas. El ORP es ideal para aquellas situaciones en las que la calibración es difícil, ya que no la necesita; mientras que, en el caso del PPM, Pi utiliza un sensor que puede medir hasta 200 ppm, algo imposible si se usa el ORP.